Cómo conservar la forma: los secretos de la libido masculina
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La
vejez es una etapa vital marcada por un notorio abandono de la
actividad sexual debido al descenso de la libido y la aparición de
problemas sexuales.
La disfunción eréctil afecta a uno de cada dos hombres mayores de 50 años
y se generaliza en el grueso de la población a partir de los 70. Los
cambios biológicos en el organismo, como la disminución del flujo
sanguíneo y del oxígeno en los genitales o la insuficiente segregación
de testosterona son los principales responsables de esta pérdida de la
virilidad masculina, pero no los únicos.
Para el reputado cirujano cardiovascular
Ronald Virag,
famoso por haber sido el pionero en el desarrollo de tratamientos
contra la disfunción eréctil, la actitud y el estado anímico son otros
factores igual de importantes para explicar esta pérdida del deseo
sexual, como explica en su último ensayo
Erection, the user's guide (Editions Clément).
El estrés, las preocupaciones, los cuadros depresivos, la medicación excesiva
(especialmente de antidepresivos), el sedentarismo y los estilos de
vida poco saludables en general tienen una gran influencia en la pronta
aparición de las disfunciones sexuales, que afecta a uno de cada diez
menores de 30 años.
La prolongación del deseo sexual durante el
envejecimiento es un objetivo complejo, pero posible, según apunta
Virag. Para ello es necesario compaginar los tratamientos médicos, que
frenen las causas biológicas de la pérdida de la libido, con
la incorporación de hábitos de vida saludable.
Un propósito que no responde únicamente al mero hecho del disfrute de
las relaciones sexuales, sino a los beneficios para la salud derivados
de éstas.
Los beneficios para la salud del sexo en la vejez
Uno de los estudios recientes que insiste en esta tesis, publicado en el
Journal of American Medical Association, concluye que
la actividad sexual regular aumenta la esperanza de vida,
reduciendo el riesgo de infarto y de desarrollar otras enfermedades
respiratorias, hipertensión, arterioesclerosis y colesterol. En la
bibliografía de Virag sobre esta cuestión también se citan diversos
estudios que
vinculan la práctica de sexo con una serie de beneficios para la próstata y el corazón.
El psicólogo
David Weeks,
antiguo jefe de geriatría del Royal Hospital de Edimburgo, presentó
recientemente una investigación en un congreso en la que concluía que el
sexo
puede marcar una diferencia sustancial en nuestro bienestar y nuestra apariencia física. Tanto es así, que
la práctica regular del sexo nos hace aparentar entre cinco y siete años menos.
Más
allá de los tratamientos médicos popularizados por Ronald Virag para
combatir las disfunciones sexuales, este cirujano francés recomienda
tener en cuenta una serie de factores que contribuyen a despertar la
libido y evitar las disfunciones eréctiles.
La calidad y la cantidad del sueño (y las erecciones nocturnas)
Dormir
las horas suficientes es fundamental para mantener intactas las
funciones del organismo y reparar todas las células del cuerpo,
incluyendo los genitales. Además de la cantidad, también es importante
la calidad del sueño, que se relaciona con
las beneficiosas erecciones nocturnas.
Cuanto más habituales sean más facilidades se tendrán para alcanzarlas
durante el día. Esto es porque los tejidos de los genitales recuperan su
vitalidad y se produce la regeneración tisular necesaria para que el
pene funcione correctamente. Como el pene pasa mucho tiempo en estado de
flaccidez, con baja oxigenación, estas erecciones automáticas son
buenas para seguir teniéndolas cuando se desee, pues cuantas más veces
se rellene el pene de sangre, mejor funcionará cuanto tenga que hacerlo.
La importancia de la relajación
Los
nervios y el estrés pueden arruinar el acto sexual. Cuando un hombre se
preocupa demasiado por su rendimiento sexual por el miedo a no estar a
la altura se
desencadena un círculo vicioso que provocará un gatillazo o bloqueará la erección.
Cuantas más experiencias de este tipo se tengan, más se tratarán de
evitar conscientemente las relaciones sexuales, aumentará el miedo y se
acabará desplomando la libido. La falta de deseo conduce inevitablemente
a un descenso de la segregación de testosterona, que es crucial para
alimentar el apetito sexual.
El cuidado de la próstata
Uno
de cada diez españoles desarrolla cáncer de próstata a lo largo de su
vida, el cual afecta a la salud sexual. La próstata produce dos tercios
del líquido seminal que, con las células de esperma, forman de semen.
Como resultado de ello,
la glándula que rodea la uretra presiona sobre ella interrumpiendo el flujo de orina y la eyaculación. Además, la glándula está recubierta por dos haces de nervios que son vitales para mantener una erección.
El
cuidado de la próstata, por lo tanto, es muy importante. Por ello es
importante evitar el tabaquismo, tener una actividad sexual regular y
mantener un peso saludable.
Los periodos de descanso
La
libido masculina puede tardar varias horas o incluso días hasta volver a
alcanzar su punto álgido tras una eyaculación. Se trata de un período
llamado fase refractaria. Mientras tanto, las endorfinas causan una
sensación de calma y euforia al mismo tiempo. Hay que ser conscientes de
que
la fase refractaria dura más tiempo a medida que envejecemos,
pues el cuerpo tarda más en limpiar las sustancias químicas y volver a
segregar óxido nítrico. Si para un adolescente puede ser suficiente una
espera de cinco minutos, para una persona mayor de 70 años se puede
llegar a necesitar hasta una semana, aunque lo normal es que sean dos o
tres horas.