sábado, 4 de agosto de 2012

¿COMO TE GUSTA MAS EL SEXO?

Sexo: mitos que juegan en contra

Hay prejuicios que atentan contra la capacidad de disfrutar la sexualidad con plenitud, "leyendas" que nos inhiben o nos hacen pensar que algo nos falta o que deberíamos sentir más o de otra manera. El placer y el orgasmo son una experiencia individual y subjetiva y cada uno lo vive de manera muy diversa. Desterrá mandatos y hacé la tuya a la hora de la intimidad.
Muchos mitos y prejuicios deterioran nuestro potencial de sentir placer y disfrutar de nuestro cuerpo, a solas o acompañadas. Dales batalla. Aquí, algunos que sí o sí debemos sacar del "diccionario" personal en materia de disfrute e intimidad:
1) Los orgasmos vaginales son los más comunes: creer que hay una manera “adecuada”  y normal de llegar al clímax es una tontería. Muchas mujeres creen que por no lograr una orgasmo a partir de la penetración, son frígidas o les falta algo. No es verdad, dice Marina Castro: “El 80% de las mujeres no tiene orgasmos sólo con eso. Es necesaria la estimulación de alguna otra zona erógena como el clítoris, los pechos… para poder llegar a un nivel de placer elevado”, explica. Un orgasmo es un orgasmo, independientemente de por dónde llegue.
2) Todo es cuestión de piel: mentira. La fantasía es fundamental. La estimulación psicológica cumple un papel central en la excitación femenina. Y, también, en el varón: es un combustible erótico clave.
3) El clítoris es un botón: la definición más adecuada sería decir que es una especie de raíz. Sus terminaciones nerviosas llegan hasta la entrada de la vagina.
4) Si no sos multiorgásmica, no existís: hay mujeres que pueden tener dos, tres o cuatro orgasmos seguidos, pero también hay muchas que después de experimentar placer no desean ni soportan que les estimulen de nuevo, porque la sensibilidad en la zona es muy alta. Por tanto, ni se aprende a tener un multiorgasmo ni el multiorgasmo es una propiedad inherente a la naturaleza femenina. Si las pasás bomba con uno, alcanza. Nada de maratones ni de competencias: se trata de pasarla bien, y encontrar la manera propia de hacerlo es sinónimo de felicidad. Si te interesa explorar la posibilidad de tener orgasmos múltiples, Alessandra Rampolla comparte algunos tips con Entremujeres.
5) Si no gritás, no sentís: el cine y la tele venden un modelo de orgasmo de alto voltaje. Ni hablar de las películas porno, plagadas de gritos absolutamente inverosímiles. En la vida real, las formas de expresión del placer pueden ser tan diversas como tipos de orgasmos existen. Si te esmerás en exagerar para complacer a tu pareja, te perderás la posibilidad de contactarte con lo que vos estás sintiendo. No amplifiques.
6) Una relación sexual buena es una relación sexual larga: si las pasás bien en diez minutos, es genial. El sexo no tiene una medida standard. Lo que dura, dura. Para algunos entre 20 segundos y un minuto y medio, basta. Si te gusta el placer lento, escuchate, y recordá que hay días y días: si no hay tiempo o estás cansada, unos minutos de conexión con el cuerpo están más que bien.
7) A un hombre lo hechiza una mujer vestida con lencería sexy: no a todos. Hay varones que mueren por ver a su mujer de entrecasa. Y no hay nada que enloquezca más a un hombre que ser recibido por una mujer completamente desnuda. Si sos fan de la lencería, recordá que el color delata tus intenciones y (¿por qué no?) movete con estrategia.
8) Si en tus fantasías hay personas del mismo sexo, sos gay: nada que ver. Puede que sí, o puede que no. La fantasía es un plano que permite enajenarse y disfrutar; allí, todo vale. Mucha gente fantasea con cosas que jamás quisiera concretar. Y es válido. Que te imagines con varias personas tampoco implica que  la pasarías bomba en una orgía. La fantasía es eso: fantasía. Y, en tu cabeza, podés invitar a la cama a todas las personas que resulten estimulantes. Es tu decisión.
9) Los hombres tienen más ganas siempre: falso. La predisposición al sexo tiene que ver con varias cosas y está asociada a las variaciones en la libido. La dieta, el sueño, la salud, el estrés, las condiciones médicas, la autoestima, muchas cosas afectan el deseo sexual en hombres y mujeres.
10) La satisfacción femenina depende del tamaño del pene: es falso. El desempeño del varón en general tiene poco que ver con las dimensiones de su miembro y mucho más con la sensibilidad y capacidad de conectarse con su pareja. Si los hombres les preguntaran a las mujeres qué opinan del tamaño del pene, se enterarían de que hay mujeres a las que un pene grande las aterra, y que a la mayoría el tema no les importa.
11) Si necesitás lubricantes es porque te falta deseo: recontra falso. Por cuestiones hormonales, por estrés o por las particularidades de tu cuerpo puede ser que tu lubricación no sea la suficiente para disfrutar una penetración. Hay excelentes opciones en el mercado y, al relajarte por no depender de ese momento en que todo se facilita, seguramente tu cuerpo responda mejor.
12) Si necesitás juguetes eróticos es porque a tu pareja le falta deseo: ese pensamiento atrasa varias décadas. El erotismo necesita cambios y nuevos estimulantes para encenderse. Los juguetes eróticos son geniales para romper la rutina y divertirse de a dos. Jugar en pareja puede regalarte una noche de alto voltaje.

PSICOLOGIA › EL DIFICIL DIALOGO ENTRE POLITICA Y PSICOANALISIS
“Yo siento que falta algo”
¿Qué le puede decir la política al psicoanálisis? ¿Qué le puede decir el psicoanálisis a la política? Se pregunta el autor y, en la tarea de buscar respuestas, traza una breve historia, desde aquello que faltaba en los años ’70 hasta lo que quizá falta hoy.

Por Jorge Alemán *

¿Qué le puede decir el psicoanálisis a la política? ¿Qué le puede decir la política al psicoanálisis? En los años setenta, tomó un énfasis especial la segunda cuestión. ¿Qué terminó diciéndole la política al psicoanálisis? La experiencia política de aquellos años fue adquiriendo tal intensidad que se transformó en el núcleo de significación de todas las prácticas y teorías que estaban en curso; todas fueron radicalmente afectadas por la experiencia política de la época. Yo trabajaba en el departamento de psicología social de un sindicato, el sindicato Eva Perón de Empleados de Comercio. La psicología social adquirió en aquel entonces una fuerza epistemológica y clínica muy importante. Podría decir que avanzó sobre el psicoanálisis, lo determinó en cada uno de sus aspectos; fue haciéndose cada vez más fuerte la idea de que había una determinación social de la experiencia subjetiva. El fenómeno de la experiencia subjetiva siempre debía ser captado en su horizonte de determinación social.

Hay que recordar, de aquel tiempo, los desarrollos de Pichon Rivière, los trabajos de Frantz Fanon, todos aquellos esfuerzos por vincular a Freud con Marx; en un balance muy rápido, sin duda fueron beneficiosos. En el departamento de psicología social del sindicato, muchísimos trabajadores asistían a los cursos que impartíamos. Vinculábamos todos los problemas de la subjetividad con los problemas políticos de la época y su determinación social. La pérdida, en todo caso, consistió en desdibujar cierta especificidad que hace a la constitución misma del sujeto: la especificidad que estudia la teoría psicoanalítica, la manera en que el psicoanálisis de Freud y Lacan intenta aislar teóricamente, para una experiencia clínica, lo que es el sujeto en su singularidad más radical.

Un ejemplo clarísimo es que entonces la locura, la psicosis, prácticamente perdió su especificidad clínica, considerada como un fenómeno de exclusión social. Se ponía el acento –y los textos de Frantz Fanon habían tenido una gran influencia en esto– en el hecho de que, tratándose del “loco”, lo que había que captar primero era su condición de excluido social; formaba parte de un régimen de dominación que lo había excluido y que lo etiquetaba como loco. Podríamos decir que hubo una suerte de sociologización de la subjetividad. Hubo una suerte de reabsorción de todo el campo de experiencia de la singularidad subjetiva en el orden de las segregaciones sociales.

En años ya más difíciles, apareció el Antiedipo, de Gilles Deleuze y Félix Guattari, texto que no tuvo tiempo de difundirse porque ya había empezado la represión. Los planteos que transmitía no tuvieron tiempo de madurar teóricamente entre nosotros, pero fue y sigue siendo un esfuerzo teórico para llevar el psicoanálisis a una práctica anticapitalista; arrancarlo de su posición “familiarista”, teatral y edípica, y reinscribirlo en otro modelo teórico. Recordemos fórmulas muy celebres del Antiedipo como: “el inconsciente no es un teatro: es una fábrica”, o el papel revolucionario que se le asignaba a la figura del “esquizo”, el intento de reformular al psicoanálisis en el esquizoanálisis. Probablemente el Antiedipo fuera la consecuencia final de un largo recorrido cuya vocación fue inscribir el psicoanálisis en el orden de las prácticas sociales; presentaba una determinación de la emergencia de la subjetividad atribuida a las infraestructuras económicas u otros dispositivos de poder, más que a la propia constitución del sujeto.

Así que, en aquella época, fue la política la que le dijo muchas cosas al psicoanálisis. Le dijo al psicoanálisis que era individualista, que era burgués, que no tenía verdaderamente una teoría de la infraestructura económica, que no tenía una teoría de la ideología y de la determinación de clase, que no tenía nada relevante para decir con respecto a los proyectos de emancipación, que estaba sofocado y asfixiado en su terapéutica individual o familiar. Si buscamos libros o películas de aquel entonces encontraremos muchas referencias a esta cuestión. Recuerdo una película, Heroína, donde estaba un psicoanalista muy famoso, Emilio Rodrigué, hacía de psicoanalista, y hacía de paciente otro psicoanalista ya famoso entonces, Tato Pavlovsky. En un momento, el paciente le decía: “Yo siento que falta algo”, y la cámara tomaba una manifestación callejera. Estaba el pobre neurótico diciendo que le faltaba algo y el reverso de esa escena psicoanalítica era una manifestación. Esta película presentaba a dos psicoanalistas paradigmáticos de aquel entonces atravesados por una falla esencial. Eso que le faltaba a ese señor, y que estaba sucediendo en la calle, metaforizaba lo que la política le decía al psicoanálisis. Hoy lo voy a decir en términos lacanianos: la política fue el significante amo del psicoanálisis, en el sentido de que lo intervino, le puso condiciones, lo interpeló.
Sin garantías

Pero este legado, como todo legado, es algo a descifrar. Uno no sabe del todo cuál es su legado, un legado no es algo que uno pueda interpretar de una vez y para siempre, uno nunca sabe quién es dentro de una herencia, qué lugar tiene en lo que ha heredado. Un legado se vuelve más importante cuanto con más fuerza te interpela y más elementos presenta para descifrar. Hoy, en relación con este legado, la pregunta es: ¿qué le puede decir el psicoanálisis a la política?

Transcurridos aquellos años, visualizados retroactivamente aquellos proyectos, sus límites, sus condiciones, sus consecuencias, empieza a tomar forma una idea decisiva en lo que podríamos llamar genéricamente el campo “posmarxista”, es decir, el campo en el que se intenta ver la política no como mera gestión ni como subsistema de la realidad ni como carrera profesional, sino como experiencia transformadora, como experiencia radical. Se trata de la política en tanto abre un interrogante: de qué es capaz un colectivo humano y de qué es capaz cada uno de nosotros en relación con un colectivo humano.

Ahora, me parece, vuelve a tomar fuerza la cuestión de la subjetividad. Ya no se puede, como en aquellos años, ahogar la especificidad del sujeto, su diferencia radical, su constitución singular, su propia historia incomparable. No se puede subsumir esto en un proyecto homogéneo. El desafío más apasionante, más difícil, que no encuentra fórmulas fáciles, que exige una invención, ya que no hay nada previamente definido ni articulado, es mantener la especificidad del sujeto; preservar lo que las enseñanzas de Freud y de Lacan han postulado con respecto al sujeto y vincular esto con los proyectos emancipatorios. De tal manera que los proyectos emancipatorios no se puedan volver una coartada para borrar la singularidad del sujeto, pero también de tal manera que esa singularidad del sujeto no conduzca a una nueva forma de individualismo más lúcida o a una nueva forma de sabiduría cínica para estar en este mundo, “que ya sabemos que nunca va a tener arreglo”.

En los ‘70, muchas veces intentamos amoldar el sujeto al proyecto emancipatorio, como si las piezas encajaran. Había en aquella época muchas facilidades para que así ocurriera. Primero, estábamos convencidos de que la historia tenía un sentido; segundo, pensábamos que la historia necesariamente iba a cumplir ese sentido, y, tercero, pensábamos que, si la historia iba a cumplir necesariamente ese sentido, había lo que se podría llamar una teleología de la historia. También pensábamos que esa finalidad de la historia tenía un sujeto ya elegido: para los marxistas, el proletariado; para el movimiento nacional y popular, la clase trabajadora; en todo caso pensábamos que ese progreso era inexorable, que ese sujeto estaba destinado a cumplir el proyecto emancipatorio y que, si el sujeto no cumplía ese proyecto emancipatorio era porque aún estaba alienado, porque aún no podía reconocer su propio deseo o porque aún no contaba con los medios y las condiciones para establecerse en ese proyecto.

Había una intención, una vocación, un esfuerzo por acomodar el sujeto a la lógica emancipadora tal como se concebía en aquel entonces, como una lógica que necesaria e indudablemente se iba a cumplir. La historia estaba a favor de nosotros. Los obstáculos no eran más que intentos de impedir que la historia se realizara como tal; se podía eventualmente bloquear la historia, pero esto era circunstancial; tarde o temprano el obstáculo iba a ser superado. La historia iba a realizar su trabajo. Había, como vemos, una idea finalista de la historia, una idea que, podríamos decir, respondía a una cierta versión canónica de Hegel: la idea de un sujeto que, de un modo dialéctico, se encarna en este proyecto histórico y realiza un fin de la historia.

La noción del fin de la historia después se popularizó bajo la versión democrática neoliberal. Pero hay un fin de la historia en Marx: la idea de una sociedad reconciliada, sin clases. Marx había elegido al proletariado como esa clase que encarnaría el universal y haría desaparecer el Estado, bajo la forma de la sociedad comunista. Y estaba la noción de la liberación, como una idea redentora de la historia donde el sujeto finalmente iba a alcanzar una cierta plenitud, una cierta realización en la sociedad liberada. Estos proyectos de aquellos años admitían fracturas, rupturas, admitían procesos clínicos, admitían enfermedades, pero eso tarde o temprano iba a quedar reintegrado en una sociedad distinta que iba a disolver y eliminar esas fracturas.

Ahora es más difícil. Hoy sabemos que la historia carece de sentido, que está atravesada por una contingencia radical, que no hay nada que lleve a la historia necesariamente a cumplir tal o cual proyecto. Un proyecto se va a cumplir en la medida en que el deseo de ese proyecto se sostenga, en la medida en que la apuesta por ese proyecto se sostenga, y esa apuesta no está garantizada por la historia misma. Eso por el lado de la historia. Por el lado de los sujetos, ya no pueden ser presentados sólo como resultado de determinaciones sociales. Hay dimensiones del sujeto que exigen una elaboración más fina. Me refiero al modo en que Lacan teoriza cómo el sujeto adviene en el campo del lenguaje; el lenguaje es una infraestructura, no una superestructura. Lo que puede ser superestructura son los códigos comunicacionales, las formas de hablar, las formas lexicales que caracterizan una época. Pero el modo en que el sujeto emerge en el campo del lenguaje es la estructura misma. Y luego, además, al sujeto le suceden muchas cosas: le sucede la neurosis, le sucede la psicosis. Eso tiene su propia especificidad; le sucede eso que no puede nunca terminar de metabolizar simbólicamente y que Lacan llama lo real. Le sucede la pulsión de muerte, que no es precisamente muy progresista que digamos, ya que está ligada con la compulsión a la repetición. Le suceden un montón de cosas que conviene tener el coraje de afrontar para decir: “Esta vez, tratemos de pensar los proyectos políticos sin engañarnos respecto de la condición humana”; sin buscar coartadas, sin andar disimulando cómo está hecho el sujeto.

No es verdad que la psicosis sea producto de una explotación social; no es verdad que la servidumbre voluntaria sea puramente resultado de la voluntad de dominación de los opresores; no es verdad que a una sociedad la mantiene sólo la represión que viene desde arriba. Es todo mucho más complejo. Entonces, si se trata de la emancipación: “Hay una fuerza exterior que nos oprime y, si nos liberamos de esa fuerza, nos realizaremos plenamente”. Por supuesto, es una condición liberarse de esa fuerza, pero después tenemos que ver qué pasa con la propia experiencia subjetiva, que nunca se va a realizar plenamente. No existe ni existirá una sociedad donde el sujeto no esté dividido, donde su relación con el otro sea armónica y ya no quiera matar al vecino o suicidarse o encontrar cualquier tipo de solución extraña y bizarra para su existencia.

Esto puede encauzar o al menos proponer unas nuevas condiciones para el diálogo entre el psicoanálisis y la política; un diálogo que privilegie las tensiones, sin llegar a la idea hegeliana de la integración dialéctica del todo, donde el psicoanálisis quedaría integrado finalmente en el movimiento interno de lo social; entendiendo que estamos entre tensiones irreductibles, que estamos todo el tiempo haciendo la experiencia de algo que no encaja bien. Se trata, por ejemplo, de pensar cosas que el psicoanálisis no desarrolló mucho, como el tema de lo común o el tema de la igualdad, pero manteniendo rigurosamente lo que la enseñanza del psicoanálisis mantiene acerca del sujeto.

* Extractado de una conferencia dictada en Buenos Aires ante estudiantes de Psicología.

POLIS MALOS CATALANES

En 2012 se han producido tres casos de muertes bajo custodia en Catalunya

14 días de silencio de las autoridades ante la muerte de un detenido en Girona

Juan Pablo T. murió hace 15 días en el Hospital de Trueta después de ser trasladado en ambulancia desde la comisaría de la policía municipal. Artículo traducido de La Directa.

D.F. (LA DIRECTA)
Jueves 2 de agosto de 2012.  Número 179
Su familia aún no sabe nada de las circunstancias concretas de la muerte de Juan Pablo T., de 41 años de edad. Se han enterado de su defunción 14 días después de los hechos. Hasta entonces, para ellos, Juan Pablo se encontraba desaparecido. El lunes 30 de julio, llegaron a Barcelona desde Argentina, tras días de búsqueda infructuosa del detenido, nacido el 24 de julio en La Plata, Argentina. Sabían que su familiar vivía desde hace siete años en Girona. El 11 de julio, Juan Pablo entró vivo en la comisaría después de ser detenido violentamente en la calle. Hoy, sus parientes quieren recuperar su cadáver.
La información es, aun ahora, muy confusa. Los hechos se podrían haber producido hace 18 días. Según la versión familiar, después de ser detenido, la víctima fue trasladada a la comisaría de los Mossos d’Esquadra de Vista Alegre de Girona. Contrastadas las informaciones con el Área de comunicación de los Mossos de Barcelona y Girona, la detención y custodia habría sido responsabilidad de la policía local de Girona. Según ha podido saber La Directa, la versión oficial de la policía del municipio es que Juan Pablo T. fue detenido en la calle Emili Grahit después de una persecución. Acusado de robar un vehículo, fue trasladado a la comisaría.
Una vez en la celda, siempre según la policía local de Girona, Juan Pablo intentó colgarse con su camisa, hecho que fue registrado por las cámaras de videovigilancia. Los agentes intentaron reanimarlo mientras requerían la presencia del Servicio de Emergencias Médicas, que lo estabilizaron y lo trasladaron de urgencia al Hospital Trueta. Respecto a la falta de información a la familia, la policía local se justifica diciendo que "salió con vida de la comisaría" y que la responsabilidad de comunicar la defunción corresponde a los servicios sanitarios o al juzgado de instrucción número 4 que instruye la causa. Esta versión de los hechos fue publicada por el Diari de Girona el 12 de julio.

Familia sin información y versión contrapuesta

Horas después de la detención, unos amigos de Juan Pablo se presentaron para interesarse por su situación y les comunicaron que lo habían ingresado en el Hospital Trueta porque se había intentado colgar. El amigo se trasladó al centro hospitalario donde los médicos le comunicaron que las lesiones por asfixia eran ya irreversibles y que se temía por su vida. El amigo, la única persona que lo vio después de la detención, asegura que el cuerpo de Juan Pablo, tenía golpes y múltiples hematomas en la cabeza, costillas, brazos y cuello y síntomas aparentes de haber recibido una paliza.
Juan Pablo T. ingresó en el hospital gironí a las 4:32 horas de la madrugada del 11 de julio, en una ambulancia procedente de la comisaría. Murió el 14 de julio. A las 12:50 del 15 de julio, su cadáver era retirado por los servicios funerarios. La muerte del detenido no fue mencionada en ningún lugar y su familia en Argentina no fue informada.
Según la familia, ningún policía contactó tampoco con la diplomacia argentina en el Estado español. a quien están obligados a comunicar las detenciones de sus ciudadanos. La primera noticia recibida por el Consulado de Argentina en Barcelona fue el reclamo de la familia.
Madres de la Plaza de Mayo organismos proderechos humanos argentinos, como la CELS o el CDDHH de la UNLA ya han comunicado su apoyo a la familia. Por otro lado, la Coordinadora para la Prevención y Denuncia de la Tortura (CPDT) también se ha puesto a disposición de la familia.

Tercera muerte bajo custodia durante 2012

El 1 de enero, Sergio E.C. de 34 años, moría en la UCI del Hospital de Manresa, donde fue ingresado después de ser detenido por los Mossos el 30 de diciembre. La familia denunció agresiones policiales sobre el familiar, pero el mismo Felip Puig, conseller de Interior de la Generalitat, las desmintió. Solo cinco días después, Idrissa Dialo, un joven guineano de 21 años, fue encarcelado en el CIE de la Zona Franca (Barcelona) —donde la custodia la realiza el Cuerpo Nacional de Policía— moría por falta de atención médica.
Unos hechos parecidos se produjeron el 31 de agosto de 2011 en Manresa, cuando un joven de la localidad, detenido por los Mossos de Escuadra cuando intentaba huir porque no tenía los papeles en regla, entró en estado de coma mientras estaba bajo custodia policial en el Hospital de Sant Joan de Deu de Manresa. Días después, Mustafa El Marrachki fallecía. La versión policial oficial adujo que se trataba de un suicidio, pero la familia siempre manifestó que era imposible "que una persona detenida, esposada y bajo custodia policial dentro de un hospital pudiera intentar suicidarse sin que nadie lo vea y intervenga". El 23 de setiembre de 2011, medio millar de personas se concentraron en Manresa para exigir "Verdad y justicia".
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Los beneficios de una siesta de 26 minutos

La siesta, mejor en el sofá y durante media hora

Un grupo de expertos españoles señala que el descanso con estas características beneficia a la salud

Día 04/08/2012 - 01.11h
La siesta que más beneficia a la salud es aquella que dura un máximo de 30 minutos y que se realiza en el sofá. Es to es lo que ha asegurado a Europa Press el coordinador del grupo de trabajo de Salud Mental de la Sección del Sueño de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), Enric Zamorano.
Después de comer, el organismo experimenta una sensación de cansancio que hace necesario que, normalmente, se tenga que echar una pequeña siesta o se tomen bebidas excitantes —como el café o la tila— para poder seguir con el mismo ritmo de actividad.
El experto ha avisado de que las siestas pueden ser también negativas ya que, en el caso en el que la duración sea demasiado larga, puede provocar que por la noche se pierda el sueño.

«Es más malo no dormir que no comer»

«El sueño es algo beneficioso para el organismo porque repara lo que has desgastado tanto física como psicológicamente. Sin embargo, echarse la siesta es cuestión de poco tiempo y de no tener un sueño profundo porque, de lo contrario, puede provocar que no duermas por la noche», ha recalcado el experto.
Echarse la siesta siempre ha sido considerada como una costumbre española, tanto para los niños como para los adultos, aunque, según ha recordado Zamorano, ya han aparecido varios estudios científicos de distintos países que han demostrado los beneficios que tiene dormir media hora después de comer.
Además, existen ya empresas que ponen a disposición de sus trabajadores habitaciones para que duerman la siesta. «Es más malo no dormir que no comer», ha recalcado el experto para zanjar insistiendo en la importancia que tiene realizar una siesta corta y no muy profunda.