viernes, 7 de enero de 2011

ENFERMEDADES DE AMERICA...




En el siglo XVI uno de los soldados,que tenía conocimientos medicos de la epoca de la reconquista de España escribió esto sobre los consejos a dar a los invasores de América...


Primeramente heridas de yerba es decir, provocadas por armas envenenadas y sin ella, fiebres, llagas, cámaras diarrea, quiere decir, hinchazones, picadurasde rayas un animal muy frecuente en las selvas sudamericanas, fuego, yerbas ponzoñosas en la comida,empeines enfermedad del cutis, dolor de ijada de costado, mal de ojos, dolor de oídos, dolores de cabeza, dolores en el cuerpo, bazo, la del monte es decir,mareos. Para el oportuno tratamiento de ellas, recomienda se lleve preparado en las entradas de conquista, todo un botiquín de remedios baratos y de fácil transporte, de cuya aplicación,de ser posible, sugiere se encargue un médico que acompañe de planta a la expedición. De todos modos, para los casos en que no pueda disponerse de personas profesionalmente dedicadas a este menester, anota las medidas más urgentes por efectuar, a fin de dar alivio a los más apremiantes padecimientos de los que combaten. Resulta muy interesante la serie de elementos farmacológicos que señala conveniente reunir antes del inicio de la campaña. La reproduzco aquí, puesto que su revisión es magnífico complemento de la anteriormente transcrita de enfermedades, a cuya curación se refiere. Su revisión proporcionará, por cierto, una buena imagen de las ideas farmacéuticas europeas de la época, dentro de la cual sólo habían encontrado acogida unos cuantos productos de las tierras americanas. Así pues, Vargas Machuca, aconsejaba que, para el momento de emprender la marcha, .. llevará el cirujano algunas purgas leves, como son mechoacan, aceite de higuerilla y otras yerbas y raíces conocidas para tal efecto; llevará flor de manzanilla, tabaco, azúcar, anime-copal; llevará solimán crudo, cardenillo y yerba de bubas(Bubas era el nombre que comúnmente se daba a la sífilis y otros padecimientos venéreos) , bálsamo, alumbre,diaquilón ungüento para la piel, sebo, piedra de Buga(Buga es una ciudad colombiana), piedra bezar cálculos que se encuentran en las vías digestivas de algunos animales, sobre todo rumiantes, a las que se atribuyeron por largo tiempo propiedades curativas caraña-resina de un árbol sud-americano-ungüento blanco, atriarca, y su estuche con todo recado. Estas medicinas habrían de ser aplicadas de la forma más sencilla y rápida posible, puesto que su función era más la de proporcionar atenciones de emergencia que servir para complicados y largos tratamientos. Es decir como apunta él que los medicamentos enlistados habrían de usarlos los conquistadores “con el menor compuesto que pudiere,porque han de ser curas breves por la poca comodidad que para ello tendrán”. De cualquier modo, debe apuntarse que como buen hombre de su tiempo, al lado de su confianza en los remedios citados, don Bernardo siempre continúa creyendo en la conveniencia de solicitar, en paralelo, la intervención de fuerzas sobrenaturales para conseguir el alivio. Y así, hace la advertencia de que “... en todas estas heridas y curas, si usare el santo ensalmo, será muy bien, porque con él se han hecho cosas milagrosas”. Como quien dice: duro “con el mazo” de la toma de drogas y de la aplicación de curaciones dando pero sin dejar, por ello, siempre, de atender a la otra parte del refrán: “a Dios rogando...” Algunos ejemplos En caso de lesión por flechas envenenadas, gravísima cuestión, de la que tantos conquistadores han muerto rápidamente, de modo que “hablando y rabiando acaban”, apunta taxativamente: “lo mejor y más seguro es cortar toda la carne que comprendió la herida”, para lo cual sugiere llevar prevenidos “un anzuelo y una navaja, para con el anzuelo alzar la carne y con la navaja cortarla”, procurando “no cortar los nervios”. Luego se meterá en el hueco de la herida “una masa de harina de maíz tostado y de pólvora, sal y ceniza y carbón”, y debajo de ésta “otra pequeña de sebo y solimán crudo”.
Igualmente trata de las picaduras de serpientes y otros animales ponzoñosos, en cuyas eventualidades deberá hacerse lo mismo de sacar del cuerpo el veneno,y luego aplicar un remedio en cuya elaboración intervenían también el sebo y el solimán crudo, remedio que considera “cosa peregrina y milagrosa, porque aunque esté muy hinchado el paciente y tomado del veneno, le saca del peligro”. Recuérdese que el solimán es el sublimado corrosivo cloruro mercúrico , cuyas virtudes desinfectantes fueron muy utilizadas por la medicina occidental. Siendo muy frecuente que los indios hostiles trataran de envenenar a los españoles echando “algunas yerbas malas y ponzoñosas así en polvo como en zumo” en comidas y bebidas, recomienda mucho hacer prueba siempre con lo que habría de ingerirse durante las expediciones, y si de todos modos se presentare intoxicación, lo indicado es que, en sintiendo el soldado cualquier dolor u otra descomposición, hacer vómito, provocándose a ello con mascar el tabaco verde o seco y tragarlo; y si antes de esto pudiere beber un jarro de agua más que tibia para que se revuelva, lo hará; y hecho el vómito podrá beber aceite y zumo de Jagua y éste es bueno. Para resfriados, enfermedad la más frecuente en las marchas por selvas húmedas surcadas por multitud de arroyuelos a cruzar, y bajo constantes aguaceros, lo que recomienda es dar al soldado “su azufre a beber”, o si no “darle a beber de agua cocida con manzanilla, una escudilla de ella,echándole miel de abejas al cocer, y esta agua bébala lo más caliente que pudiere y arroparle, que con esto se reparará, usando del tabaco en humo”. Para las fiebres y calenturas lo de rigor era la sangría y la purga, tan conocidas y utilizadas “que no hay para que tratar de ello”. La atención a los enfermos del estómago puede darse con “un emplasto de carne de guayaba o membrillo amasado con polvos de romero, yerbabuena, incienso y almácigo”. En fin, también apunta el simanquino elementos para la cura de males del hígado, de los ojos, de los pies, del oído y de otros órganos. Para la cabeza, recuerda, “ya saben todos los soldados o los más que el tabaco en polvo y humo es bueno”, así como para la muela el tabaco mascado, si es que no está “dañada”, en cuyo caso “lo mejor es sacarla”. En los escritos de don Bernardo también hay alusiones de interés herbolario, de la botánica y de la zoología americana, incluso de la antropología, caballería, zootecnia y de veterinaria. El capitán y gobernador Bernardo de Vargas Machuca, “el indiano” como se le llamara en la portada de alguno de los libros que publicó, realizó lo fundamental de su actividad en el continente americano, el cual llegó a conocer profundamente y a estimar de corazón con el paso de los años. De modo que se convirtió, merced a sus correrías militares, a sus expediciones pobladoras y descubridoras y a sus gestiones administrativas, en un representante típico de esa “gente diestra en la tierra”, como él la nombrara, a la que se identificaba con el calificativo de “baquiana” para distinguirla de los “gachupines” o “chapetones”, que eran los peninsulares recién llegados al continente, todavía desconocedores de las interioridades americanas. El baquiano era el que ya estaba hecho a la “constelación de la tierra” y a los mantenimientos de ella”, el que soportaba los calores bochornosos y malsanos de la costa, los fríos y los vértigos de las sierras altísimas, las constantes picaduras de los mosquitos y las inacabables caminatas por sitios jamás hollados antes por un europeo. Era el que nunca se descuidaba al ir de marcha o al prepararse para combatir,pero que al mismo tiempo se atrevía a hacer gala de una aparente y gallarda despreocupación. El que se aferraba a una absoluta y ciega lealtad para con un soberano que sabía lejos y olvidado de sus actividades pero que también osaba,en ocasiones,murmurar de los empleados nombrados desde España para hacer y deshacer a su antojo en América, despreciándolos porque se estaban aprovechando de una tierra que no significaba nada para ellos. El baquiano era, en fin, el primer americano auténtico, el que sabía que América una América española, claro, entendida en relación con la península ibérica, conquistada y culturizada por ella era su única razón de ser, puesto que era el lugar que había elegido para llevar a cabo su existencia. Don Bernardo, fue justo un baquiano. Un baquiano que, con los sucesivos hijos espirituales, libros suyos, fue apasionadamente a poner su experiencia adquirida en las Indias occidentales al servicio de la que él entendía era la causa de su propia nacionalidad española. Y esto lo quiso ser don Bernardo de una manera apasionada. Quizá la mejor clave para entender el todo de su personalidad sea el hermoso dístico que colocó al lado de un retrato suyo grabado al cobre que se encuentra en el principio de la Milicia Indiana ... Allí, como queriendo insistir para siempre en el ímpetu infatigable de su empeño por seguir luchando con las armas y con la ciencia por el engrandecimiento de su patria y de su fe, expuso: A la espada y al compás, más, y más, y más, y más.

PRIVATIZA,QUE ALGO NOS QUEDAMOS...

ENTREVISTA A MARCIANO SÁNCHEZ BAYLE


El portavoz de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP) considera que el copago limitará el acceso a la sanidad de las personas más enfermas y con menos recursos. “Nuestro sistema sanitario es el resultado de un esfuerzo solidario entre las personas con mayores ingresos y más sanas para con aquellas que tienen menos medios y más enfermedades”, recuerda Sánchez Bayle.

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Nueva Tribuna: ¿Qué le parece la recomendación de la UE para que los Veintisiete estudien la posibilidad de introducir el copago y la participación del sector privado para garantizar la sanidad pública?

Marciano Sánchez Bayle: Resulta difícil de entender como se puede propugnar el copago como un mecanismo para controlar el gasto sanitario cuando es bien conocido que en Europa son precisamente los países que tienen mayores copagos (Alemania, Francia, Bélgica, etc.) los que tienen un mayor gasto sanitario per capita o en porcentaje del PIB. Este es un ejemplo clarísimo de cómo se intenta repetir una mentira miles de veces para hacerla pasar por verdad.

NT: El Ecofin mantiene que es necesario para “limitar el crecimiento excesivo” del gasto sanitario…

M.S.B.: Ningún organismo sanitario internacional recomienda el copago, es más, señalan que son un problema para que las personas con menos ingresos tengan acceso a la atención sanitaria, sin ir mas lejos el Informe sobre la salud en el mundo de la OMS de noviembre de 2010 señala que hay que evitar los copagos y dice que incluso los de pequeña cuantía pueden hacer la atención sanitaria inasequible para las personas mas enfermas y con menos recursos.

NT: ¿Sería entonces ese el sector de la población más perjudicada?

M.S.B.: Hay mucha bibliografía internacional que señala que los copagos tienen efectos indeseables sobre la salud de las personas con menos recursos y mas necesidad de utilizar los servicios sanitarios (enfermos crónicos, ancianos) que tienen que postergar el acudir a los servicios sanitarios y que cuando lo hacen se encuentran en situaciones más graves. Hay un trabajo reciente que señala que un aumento de los copagos en HMOs de Usa (un sistema de seguros con atención integrada) disminuyó el número de consultas, pero a la vez aumentaron las urgencias y los ingresos, el resultado final fue un aumento de costes de 100.000 dólares anuales por cada 100 personas.

NT: El debate en España es que se está produciendo un uso exagerado de los servicios de salud, ¿qué opina sobre esto?

M.S.B.: En España se habla de una utilización exagerada de los servicios sanitarios sin que realmente haya pruebas de ello. Se utiliza como argumento que tenemos más consultas por habitante, pero se oculta que también tenemos muchas menos estancias hospitalarias por habitante, probablemente porque hay más frecuentación en primaria. Por otro lado, en España muchas consultas de primaria son evitables con una mejora de la organización: por ejemplo, el control de las IT, la renovación de recetas de crónicos, algunas consultas podrían realizarse por personal de enfermería (que tiene un mayor papel en otros países de Europa), etc.

NT: Al final todo se reduce a cuánto cuesta…

M.S.B.: Algunos argumentos son meramente ideológicos: se dice que solo se valora lo que cuesta dinero, obviando que la sanidad cuesta dinero de nuestros impuestos, y que lo que realmente se estima son otros valores como la solidaridad, que aunque repugnen a los neoliberales son fundamentales para el funcionamiento de la sociedad. Si fomentamos los instintos de poder y de ganancia el mundo sería insoportable: ya se ve lo que ha pasado en esta crisis que ha sido creada por gentes que solo valoraban el dinero por encima de los derechos de las personas.

Siempre hay alguien que dice que es posible articular un sistema de copagos que tenga en cuenta todas las variables para evitar la inequidad, e independientemente de que este sistema tendría unos costos elevadísimos, la realidad es que en todos los países del mundo donde hay copagos siempre han actuado de la misma manera: contienen la demanda, tanto la necesaria como la innecesaria, sin discriminar, y lo que sí discriminan es a los enfermos y a los pobres.

NT: En España además la situación puede agravarse con la crisis económica.

M.S.B.: Es que hay que reflexionar sobre la situación del país. Tenemos más de 4 millones de parados, muchos de ellos sin ningún ingreso. Además se acaba de anular la ayuda de 426 euros a los que no los perciben. A ello hay que sumar los pensionistas con pensiones medias en torno a los 700 euros, y un 57% de la población laboral empleada con salarios por debajo de 1.000 euros. En este escenario, el copago tendría efectos devastadores sobre la salud de la población.

NT: ¿Qué resaltaría de nuestro sistema sanitario?

M.S.B.: Nuestro sistema sanitario es el resultado de un esfuerzo solidario entre las personas con mayores ingresos y más sanas para con aquellas que tienen menos medios y más enfermedades, precisamente por eso tiene el aprecio internacional, porque no hay barreras de acceso al sistema y los copagos quebrarían su columna vertebral.

NT: ¿Y qué otras alternativas hay?

M.S.B.: Por supuesto hay muchas alternativas. La OMS, en el informe citado, dice que hay entre un 20% y un 40% de gasto sanitario ineficiente y sobre ello hay que actuar. En España el punto mas claro es el gasto farmacéutico que es exageradamente alto y que debería de disminuir de una manera significativa.

NT: ¿Cree que detrás de estas recomendaciones hay otros intereses creados?

M.S.B.: Evidentemente, detrás de estas posiciones están los intereses de las aseguradoras para ampliar sus ganancias y de las multinacionales de la farmacia para evitar que se disminuyan sus beneficios.

CUANDO NACIERON LOS HOSPITALES...

La invención....

(Recientemente,se decidió examinar en Buenos Aires--Argentina--a todos los medicos debido a algunas quejas y varios fallos)


Por Pablo Capanna

De 860 médicos fueron reprobados 160; con todo, un porcentaje bastante más aceptable que los resultados que suele arrojar cualquier examen de ingreso actual. Pero la polémica no se detuvo ahí. Se sabe que comenzaron a circular una suerte de manuales, pensados para que los pacientes pudieran evaluar la pericia de sus médicos y evitaran ser estafados por deshonestos e improvisados.

En esas circunstancias, un acaudalado empresario del transporte, que fletaba caravanas a todo el mercado del Oriente Medio, quiso poner a prueba a un médico que le habían recomendado. Le entregó una muestra de orina, diciéndole que pertenecía a su amante, que sufría de algunos trastornos. El médico descubrió inmediatamente la trampa, en cuanto se dio cuenta de que la orina era de burra, y sin inmutarse le recetó a la paciente una estricta dieta de alfalfa y gramíneas. Con eso logró aprobar el examen, se hizo famoso y hasta fue contratado por el propio Califa.

Olvidaba decir que todo eso ocurrió en Bagdad hace más de mil años.

En esos tiempos, los médicos árabes estudiaban en las madrasas, esas escuelas religiosas a las que el fundamentalismo islámico reciente ha dado tan mala fama. No todos eran necesariamente árabes ni musulmanes: era común que entre ellos hubiera hinduistas, judíos y cristianos. La medicina que practicaban también era bastante ecléctica.

A los médicos se los reconocía por su capa y su túnica blanca, que iban coronadas por el turbante que distinguía a la profesión. Como en todos los tiempos, había unos médicos que se enriquecían y otros que llevaban una vida de servicio a los más necesitados. Unos se hacían famosos por sus aciertos y otros por sus fracasos. Entre los grandes maestros, a Rhazes se lo conocía por su austeridad, pero Avicena era un notorio mujeriego y bebedor. Ambos eran trabajadores incansables.

Lo más interesante es que todos hacían su aprendizaje en los hospitales, que eran públicos y gratuitos. El concepto y la estructura de lo que conocemos como hospital moderno es una creación de la cultura islámica en la Edad de Oro, antes de que Bagdad fuera arrasada por los mongoles y Córdoba cayera en la reconquista de España. Todo lo demás, lo puso la ciencia moderna, que también les debe algo a los árabes.

Estampilla y pintura del medico rhazes.

SANTUARIOS, HOSPICIOS Y NOSOCOMIOS

Lo más parecido a un hospital que tuvieron los griegos en el período clásico eran los templos de Asklepios, el dios de la medicina. Allí acudían los enfermos graves o crónicos en busca de un milagro, para someterse a terapias que eran una mezcla de curación por la fe y medicina empírica. Los romanos, a quienes todos reconocen como grandes organizadores, nunca se ocuparon de desarrollar una medicina social, y apenas tuvieron hospitales de campaña para sus tropas conquistadoras. Recién con el cristianismo aparecieron los hospicios, destinados a los pobres que no podían pagarse un médico. El Estado no se ocupaba de ellos, y se sostenían con las donaciones de algunos filántropos. El emperador Juliano se quejaba de que los hospicios servían para que los cristianos hicieran proselitismo.

Con todo, en Europa occidental hasta los hospicios eran escasos, por lo menos hasta el siglo XIII, y el concepto de Hospital nació recién después de las Cruzadas.

Muy distinta era la situación en el Imperio Bizantino, donde había hospitales para los pobres (los llamados nosocomios) que contaban con un cuerpo médico estable. En el mundo bizantino, los médicos más destacados pertenecían a la religión nestoriana, una herejía del cristianismo. Cuando el emperador Zenón los echó de Siria, los nestorianos emigraron a Persia (Irán). Allí fueron asimilados por los árabes, que para el siglo VII ya habían conquistado Siria, Persia y Egipto.

Mientras Europa occidental sufría las invasiones, el Imperio se disolvía y la cultura recaía en la barbarie, los árabes llevaban a cabo la apropiación de todo el saber científico griego, que había sido conservado por la cultura siria. Los textos griegos, que habían sido traducidos al siríaco, volvieron a ser vertidos al árabe. Siglos después, regresaron a Europa tras ser retraducidos al latín, lo cual explica no pocos malentendidos, en ciencia como en filosofía.

En lo que atañe a la medicina, el centro de transferencia del saber fue la ciudad de Jundi Shapur, en Persia. Allí había una gran comunidad de médicos persas, indios, cristianos, nestorianos, zoroastrianos, judíos y griegos, con bibliotecas que disponían de un considerable caudal de conocimientos, tanto de origen griego como proveniente de la India.

Cuando concluyó este proceso, la dinastía Abásida había hecho de Bagdad su capital, y ya era posible hablar de medicina grecoislámica o yunani, que por costumbre llamamos “árabe”.

La historia escrita por los europeos ha tendido a relativizar estos decisivos aportes, asignándoles a los árabes el papel de meros intermediarios, que apenas habrían tenido el mérito de preservar la ciencia griega. De hecho, los árabes no tenían mucho que copiar, aparte de los clásicos, porque en la Europa de entonces no había investigación empírica, ni centros de estudio donde formar profesionales.

En el mundo islámico, los médicos gozaban de cierta autonomía para investigar y disponían de hospitales para practicar. No dejaban de tener conflictos con las autoridades religiosas, porque el Corán hablaba de resignación ante el dolor, pero también mandaba confortar a los enfermos, lo cual fomentaba la medicina.

Los hospitales eran centros de capacitación médica, donde la terapéutica se basaba en “la experiencia repetida”. Para su tiempo, los árabes eran excelentes químicos, estaban muy avanzados en óptica y si bien no contaban con el instrumental que hoy consideramos elemental en un laboratorio, habían desarrollado un verdadero virtuosismo para la observación. Seguían una estricta metodología para examinar al paciente y sus deyecciones. En especial, le daban mucha importancia a las variaciones del pulso.

Uno de los grandes médicos árabes, conocido por los europeos con el nombre de Rhazes, era un trabajador infatigable que escribió más de 200 tratados. Se recuerda una experiencia que realizó con pacientes de meningitis. Más allá de la errada terapéutica, lo que lo hace interesante es el método. Rhazes mandó hacer sangrías a un grupo de pacientes, pero dejó a otro grupo en observación, como control. El método experimental no estaba muy lejos...

Avicena (980-1037), que fue llamado por sus contemporáneos “el príncipe de los médicos”, era capaz de escribir tanto un Canon para consulta de los profesionales como un Poema de medicina, para la divulgación entre el público culto.

En Occidente, los médicos árabes como Avicena y Averroes fueron más conocidos y discutidos como filósofos, pero Geber fue una autoridad para los alquimistas. El casi desconocido Ibn an-Nafis fue quien descubrió la circulación pulmonar, cuatro siglos antes que Servet, pero eso recién fue reconocido en Europa hace menos de un siglo.

Avicena (c. 980-1037).

PUBLICO Y GRATUITO

El hospital árabe (que tenía un nombre persa, bimaristan) no era confesional. Era una institución secular, que atendía a todos, fueran ricos o pobres, creyentes o incrédulos. Se sostenía gracias al wafq, las herencias y donaciones de propiedades que hacían los más pudientes para ganarse la vida eterna, con tanta generosidad como la que ponen hoy en crear fundaciones para evadir impuestos.

El primer hospital que se fundó fue el de Damasco, en el año 706 de nuestra cronología. Contaba con varios médicos estables y tenía sectores especiales donde se aislaba a los leprosos y se atendía a los ciegos.

En la etapa más brillante de la historia del Islam se fundaron hospitales en El Cairo, Bagdad, Túnez y Turquía, y, por supuesto, también en Granada y Córdoba.

El primero de los hospitales de Bagdad fue fundado por Harun al-Rashid, el legendario califa de Las Mil y Una Noches. Tenía 25 médicos, entre los cuales había oculistas, cirujanos y quiroprácticos que componían los huesos. Los pacientes que se internaban debían dejar sus ropas al entrar, y recibían vestimentas limpias. Se los hacía bañar y mudarse de ropa con frecuencia.

Uno de los hospitales de la ciudad de El Cairo lo había fundado Saladino y era uno de los pocos sostenidos por el erario. Otro, el Ahmed ibn Tûlûn, contaba con dos casas de baños terapéuticos, para hombres y mujeres, un pabellón destinado a los enfermos mentales, una biblioteca de consulta y un dispensario de medicamentos, atendido por varios farmacéuticos. Abulcasis, el árabe andaluz que fue maestro de cirujanos, nos informa que las mujeres que practicaban la medicina “eran escasas”, pero no dejaba de haber algunas como ginecólogas y obstetras.

Para el siglo X las autoridades dispusieron brindar atención médica a los presos. También solían despachar dispensarios viajeros para atender a los pacientes de las zonas rurales.

En los hospitales sirio-egipcios de los siglos XII y XIII había varios pabellones para las diversas especialidades. Contaban con su propia fuente para proveerse de agua, farmacia, biblioteca y cocina. Había un cuerpo de enfermeros y practicantes.

Para esa época, los bizantinos también habían comenzado a hacer su transferencia de conocimientos. Esto ahora funcionaba en sentido inverso, de vuelta a Occidente. Contaban con hospitales tan buenos como los árabes. Eran para los pobres porque, salvo emergencias, a los ricos los atendían en sus casas. Para el siglo XIII, Constantinopla tenía el hospital Sampson Xenon, con guardias de cirugía y oftalmología, y el Pantokrator Xenon, donde había cinco pabellones con 17 médicos, 34 enfermeros, 11 empleados de servicio y una farmacia con 6 boticarios.

A todo esto, en Europa occidental no existía nada comparable. En la época de Carlomagno, que hizo contactos diplomáticos con el califa Harun al-Rashid, el Imperio occidental apenas tenía algún que otro hospicio.

Cuando los cruzados, que en general eran bastante brutos, se encontraron con los eficientes hospitales árabes, quedaron tan impresionados que algunos de ellos crearon la orden de los Caballeros del Hospital de San Juan, más tarde conocida como Orden de Malta. Su Hospital de Jerusalén apenas contaba con cuatro médicos y cuatro cirujanos (entonces eran profesiones distintas), pero fue el que les dio nombre a todos los hospitales que vinieron después.

De vuelta a Europa, los Hospitalarios inspiraron la fundación del Hospital del Espíritu Santo de Roma y del Hôtel-Dieu de París. Más tarde, los burgueses de Florencia, con Folco Portinari a la cabeza, crearon el hospital de Santa María Nuova que contaba con un servicio de asistencia pública para traslados y atención domiciliaria. Se llamaba “Misericordia” y me consta que seguía viva a mediados del siglo pasado.

Pero todo esto ocurrió recién en el siglo XV. Los árabes habían tenido eficientes hospitales cinco o seis siglos antes. Además tenían la costumbre de decorarlos con arabescos o con versículos del Corán, pero también el buen gusto de no ponerles letreros que dijeran “Saladino conducción”, “Gestión Harun al-Raschid” o “Haciendo Damasco.”



Que se sepa,pese a que en España hay muchas quejas,a nadie se le ocurrirá,ni remotamente esa idea,podrían voltear al gobierno que lo propusiera...es como los robos de niños que mandan gente presa en Argentina y en España condecoran y ascienden a ministros a los ladrones,o como ver al fusilador Fraga viviendo con honras de senador.

Las lágrimas inhiben el deseo masculino


Las lágrimas de las mujeres contienen una señal química que reduce la excitación sexual en los hombres

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El llanto emocional es un comportamiento universal que únicamente se da en los seres humanos. Cuando lloramos estamos enviando todo tipo de señales emocionales a quienes nos rodean. Y también alguna señal química, según han descubierto ahora un grupo de investigadores del Instituto Weizmann de Israel, quienes sugieren que las lágrimas de las mujeres podrían contener una señal química que reduce los niveles de testosterona y la excitación sexual en los hombres, tal y como detallan en «Science».
ABC
La función de estas lágrimas emotivas —por ejemplo, cuando lloramos con una película— ha desconcertado a los científicos durante años, pues conocen que su composición difiere de la de las lágrimas que vertemos, por ejemplo, para protegernos del polvo que se nos mete en el ojo. Partiendo de la base de que las lágrimas de los ratones contienen señales químicas específicas que transmiten a otros ratones que las huelen, los investigadores se pusieron manos a la obra con su experimento.
Los seres humanos, como la mayoría de los animales, expulsan compuestos en los fluidos corporales, que emiten sutiles señales a los demás miembros de la especie. Una serie de estudios en los últimos años, por ejemplo, ha encontrado que las sustancias contenidas en el sudor humano pueden llevar a una sorprendente variedad de señales emocionales y de otra índole en el que las huele.
Sin distinción de olor
Pero las lágrimas humanas se supone que no tienen olor. De hecho, en un primer experimento dirigido por Shani Gelstein y Yaara Yeshurun, autores principales del estudio, los investigadores obtuvieron las lágrimas emocionales de mujeres voluntarias que veían películas tristes en una habitación aislada y a continuación comprobaron si los hombres eran capaces de discriminar el olor de estas lágrimas del de la solución salina. Los hombres no pudieron hacerlo.
En un segundo experimento, los voluntarios masculinos olfatearon tanto lágrimas femeninas como una solución salina de control y después se les puso un apósito impregnado bajo su nariz mientras veían en una pantalla imágenes de mujeres. Lejos de que las lágrimas les influyeran en estimar la tristeza o empatía que se desprendía de esos rostros, por ejemplo, lo que ocurrió fue que los hombres que olieron las lágrimas fueron más proclives a considerar menos atractivas a las mujeres que veían en el monitor que aquellos que olieron la solución salina. Además, los que olieron lágrimas experimentaron un descenso en su nivel de excitación fisiológica y de testosterona en saliva.
Por último, se repitió el experimento anterior dentro de una máquina de resonancia magnética para medir la actividad cerebral. La prueba reveló una importante reducción en los niveles de actividad en áreas del cerebro asociadas con la excitación sexual.
El estudio no investiga las lágrimas que vierten los hombres, pero los investigadores especulan que éstas y las de los niños podrían contener señales químicas similares u otras. Para Noam Sobel, que dirige el departamento de Neurobiología del Instituto Weizmann, «este estudio plantea muchas preguntas interesantes. ¿Cuál es la sustancia química involucrada? ¿Diferentes tipos de situaciones emocionales envían señales distintas? ¿Son las lágrimas de las mujeres diferentes a las de los hombres o los niños?». Además, según Sobel, se refuerza la idea de que las señales químicas de los humanos, aunque no seamos conscientes, afectan al comportamiento de los demás.